Ayer estuve en Blanes la ciudad donde vivió Roberto Bolaño. Me recomendaron que como no tenía coche que una bonita ruta para hacer era la de ir en tren hasta Blanes y de ahí tomar un barco hasta una ciudad medieval en la Costa Brava llamada Tossa de Mar. Me pareció una buena recomendación y salí para allá un sábado a las 9am. Lo curioso era que me decían, Blanes es más bien feíta, mejor tómate directamente el barco para ir a Tossa.
Anteriormente las referencias que tenía de esta zona eran, Cadaqués y Figueras por Dalí(que es un poco más arriba), y que ya había conocido de niña. Luego, más recientemente entre Barcelona y Cadaqués la única referencia, la más fresca y familiar ha sido la de Blanes. Su nombre resuena en casi todos los libros que he leído de Bolaño y sabía que había vivido allí por muchos años hasta su muerte. Más allá de las modas a la que seguramente llegué tarde, siempre que empezaba uno de sus libros no podía soltarlos hasta terminarlos. La magia de su escritura la conocerán los expertos, pero como lectora ocasional, siempre me han atrapado sus relatos, cuentos y novelas.
Si bien ya sabía que estaría 2 semanas cerca de esta ciudad, no me había pasado por la mente la formalidad de decir, voy a ir a Blanes para ver donde vivió Roberto Bolaño. Pero el hecho de que me recomendaran pasar por allí era una buena excusa para ir. Lo mas extraño es que cuando llegué a la estación de Blanes sentí una especie de euforia desde el vientre que subió hasta el entreseño y se transformó en una pequeña lágrima que brotó inesperadamente. No pensaba que me iba a emocionar de esa manera al llegar a esa ciudad costera.
La estación no está en el centro de la ciudad como todas las ciudades anteriores donde el tren corre por la pura orilla del mar desde Barcelona, donde cabe decir arrasaron con toda la flora y fauna marítima para darle paso a las vías del tren(hace décadas), porque al parecer justo ahí, en Blanes está la frontera donde empieza la Costa Brava, y para arriba geográficamente el terreno es más montañoso y quebradizo, con acantilados y rocas.
Tomé el bus para ir al centro, de camino pude ver que se trataba de una pequeña ciudad, un pueblo-ciudad, no es totalmente pueblo ni tampoco ciudad. En mi mente era una pueblo más pequeño. Pero la sentí mas ciudad.
Al llegar al centro descubrí donde iniciaba lo que el llamaba, creo, paseo marítimo.
Me emocioné de ver algo que él había descrito, del vaivén de la gente, de los turistas. Tal vez los libros que mas se ubican allí y que recuerdo son Pista de Hielo y El Tercer Reich. El Tercer Reich es el que he leído mas recientemente y todo ocurre entre un hotel frente al mar, la playa, el paseo marítimo y algún bar de por ahí. Por el libro, me lo imaginaba mas pueblo, más casas bajas, pero en el paseo hay puros edificios. Caminé por el paseo marítimo y ya había alguna gente en la playa con sus sombrillas de sol y colores fosforescentes. Luego entré por alguna de sus callejuelas y me he encontrado con un mercado de frutas y verduras en plena calle y eso me ha emocionado también.

Tal vez venía a comprar aquí, seguro que ha caminado por esta calle. Tal vez algunas de las vendedoras le vendió unos tomates. Quería tomarme un café y lo he hecho en un café que está justo al inicio o el final, según como se vea, del mercado. Me pareció un buen punto para ver el movimiento de la gente. Ahí estuve sentada por lo menos hora y media a dos horas, entre que tomaba café, escribía algunas notas en mi diario de lo que sentía y de la gente que veía y que necesitaba contener en el papel ante las emociones inusitadas que me provocaba estar ahí.
El ambiente de la ciudad me pareció muy bonito, dinámico y alegre. Sentí realmente una energía especial durante todo el tiempo que estuve ahí, tal vez es como alguna vez él dijo”en Blanes no hay fantasmas sino pura energía”. Ya hoy, buscando en internet me entero de que han hecho una especie
de ruta para los que van a la ciudad en busca de sus huellas y de lo que fue su vida. Pues ya me he enterado un poco tarde y bueno, tal vez mejor así, simplemente me he emocionado mas de lo que hubiera imaginado y cuando me cruzaba con alguna persona más de 2 veces en un día pensaba: Si yo ya los he visto 2 veces en menos de 3 horas, Roberto se los tiene que haber cruzado alguna vez. A lo mejor alguna vez estuvieron en el mismo café o en el mismo bar, o se encontraron en la estación de tren o en el autobús, quizás en alguna librería. Cruzarse 2 veces con la misma persona me pasó 2 veces en pocas horas, lo que dice que la ciudad es pequeña y que los locales giran y se mueven por las mismas calles.

Luego di unas vueltas por el centro que son en su mayoría callecitas bonitas, collage arquitectónico de distintas épocas y en casi todas las callecitas perpendiculares al mar se avista al fondo el brillo de la luz en el mar. Por todas estas calles seguramente caminó mas de una vez el ”sudamericano”, con eso me bastaba.
Luego me he tomado un refresco por el paseo marítimo en una zona arbolada muy fresca, el artículo citado dice que es la zona de pinos, pues ahí se respira un aire muy bueno en medio del calor del verano.
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Esplanada de los pinos |
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Vista de puerto y playa de Blanes |
Se me fueron varias horas desde las 10am hasta las 3pm, cuando pude agarrar el último barco para Tossa, pueblo muy lindo que recorrí en hora y media ya que luego no habían mas barcos de vuelta.
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Blanes desde el barco |
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Paisaje de la Costa Brava |
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Tossa de Mar
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Callejuela |
Estuvo muy bien, algo apurado, pero creo que me podría haber pasado sin problema toda la tarde dando vueltas en Blanes. Luego de vuelta para Arenys de Mar en tren. |